No deja de sorprenderme la capacidad que tenemos los seres humanos para adaptarnos a las situaciones mas bizarras. En mi vida prematernal, viajar fue siempre uno de mis grandes placeres. Debo confesar sin embargo, que fui de esas personas detestables a quienes le fastidiaba profundamente ir sentada cerca, a lado, enfrente o atrás de algún niño, especialmente cuando a ese niño le daba la gana ser infeliz y hacernos infelices al resto de los pasajeros durante la totalidad del trayecto, vocalizando su infelicidad en amplitud NO modulada, es decir con toda la capacidad permitida por sus pequeños pulmones.
Mi fastidio estaba muy lejos de ser sutil, muchas veces tuve el descaro de pedir cambio de asiento en voz alta, y encima echarle unos ojos de pistola a los pobres padres, quienes de acuerdo a mi no tan amplio criterio, carecían de cualquier pista de capacidad para calmar a su nene gritón: “!!Por favor!! tengo que dormir!!! ¿Qué se está pensando esta gente?.— mi queja silenciosa de uso frecuente.
Ahora que hago memoria de aquellos tiempos no tan lejanos, me doy cuenta que mi bastardismo no tenía límites, ya que el simple hecho de estar detrás de una familia con niños pequeños, esperando el turno para documentar equipaje, era suficiente para ponerme del peor humor posible, y echarme a perder lo que podría haber sido un magnifico dia: “Ufff….., será posible que alguien pueda viajar cargando tantas mugres” (refiriéndome al número de bultos cargados por la familia en cuestión).“De veras que tener hijos vuelve a la gente lenta e idiota,: ¿porqué no se mueven? ¿no ven que la línea está larguísima? ¿Van de vacaciones o decidieron mudarse al Este con todo y sus vecinos? ¡Toma tu tiempo cretino, no hay prisa, aquí te espero mientras persigues a tu chukie (el muñeco diabólico) por todo el aeropuerto!.—Estos son solo unos cuantos ejemplos, de la serie de barbaridades que cruzaban por mi cabeza.
Afortunadamente, la vida es cíclica, y hoy soy uno de esos padres, de los que solían fastidiarme tanto, en mi otra vida.
Payback
El mes pasado decidimos tomarnos unas vacaciones para ir a visitar a los abuelos de mijita, muy cerca del hogar de Dorothy (muy querido personaje del Mago de OZ).
Nos pareció que entre dos adultos sería muy fácil viajar con un infante, y además cumplir con todos los requisitos exigidos por aeropuertos, aerolíneas, gobiernos paranoicos y las buenas costumbres. Y en resumen así resultó nuestra primer experiencia como padres viajeros:
Día del viaje. Dos horas y Media antes del despegue.
Documentación de Equipaje:
3 maletas, una maleta por cada miembro de familia. Perfecto. 30 dólares por la primer maleta, 20 dólares por las subsiguientes. Como prefiere pagar? Tarjeta? Perfecto. Firme aquí, firma allá, aquí esta su recibo. Tan fácil como eso.
Equipaje de mano. Aquí se complica un poco la ecuación cuando viajas con niños:
- Asiento de coche para bebé, aprobado por FAA. Para información detallada, ver pagina de aerolíneas en el rubro de “viajar con niños”, pero si te da pereza aquí te va un tip rápido: prácticamente todos los asientos de “marcas reconocidas”, hechos en Estados Unidos, cumplen con este requisito. Además, NADIE TE REVISA el asiento, lo único que les importa es que entre por el hueco de la máquina de rayos X, quepa en el asiento del pasajero y haya manera fácil de sujetarlo con el cinturón.
- Pañalera con todos los líquidos y cremas en frascos no mayores a 3 oz, y bien afiladitos dentro de bolsas de plástico transparente.
- Una bolsa de mano con todos mis artículos personales (no líquidos), incluyendo mi computadora, aunque esto de mencionar la computadora como artículo personal suena redundante, porque salvo un Tampón, no se me ocurre nada mas personal que puedas cargar como equipaje de mano.
- Mochila de “mijita” con libros y juguetes para combatir el aburrimiento y evitar escenas bochornosas que incluyan gritos y llantos (vamos a ver).
Total de bultos a cargar: 4 bultos mas el infante
“ I am on a plane, and I cant complaint”,
Tuvimos mucha suerte en que nos asignaran los asientos más perseguidos de la clase turista, esos que se encuentran inmediatamente después de las mamparas de privacidad para Primera Clase.
Nos acomodamos con muchos trabajos pues la cantidad de cosas que traemos con nosotros no nos permite la movilidad suficiente como para no estorbar de vez en cuando a los pasajeros que aún quieren llegar a su asiento y tuvieron la mala suerte de encontrarse con nosotros: los padres que viajan como beduinos y después de media hora, todavía no se enteran como sujetar el asiento de coche, al asiento de avión.
Debo decir que hasta ahora, mijita se ha portado como una “dama”. Todo ha estado perfecto con ella, hasta pasar por seguridad, y la quitada de zapatos y chamarras, y la chicharra del detector de metales, y la espera a que un agente femenino venga por nosotros a la cámara de revisión secundaria, etc., todo lo ha tomado como solo los valientes pueden. Yo estoy pensando que la gente no se ve tan molesta en estos días cuando la revisan de pies a cabeza, descalzos y con las miradas del resto de nosotros encima. Estoy pensando: ¿como es posible que nos hayamos acostumbrado a esto que tiene escrito por todos lados la palabra “vejación”?
Bueno, volvemos a la escena del avión, pero ya al momento previo del despegue, donde por fin ya estamos los tres acomodados en nuestros respectivos asientos, nuestro sentido común nos dice que mijita debe ir entre los dos adultos, pero el sentido común pronto se convierte en “error de principiante” cuando la azafata que realiza la revisión para el despegue, nos dice que la nena debe ir en el asiento de la ventanilla, y me pregunta si el asiento es aprobado por FFA.
“¿Qué se supone que debo contestarte guapa?: ¿que si no sabes tú, menos yo? ¿Que por mas veces que leí las instrucciones de tu aerolínea, para mi como si estuvieran en chino porque nunca me quedó claro? ¿Qué como es posible que me vengas a preguntar esto ahora que estamos a un minuto de despegar, cuando pasamos al menos por tres inspecciones en las que alguien pudo darse cuenta si era o no el autorizado, antes de subir al avión?”. Entonces le respondo con firmeza: sí, este es el asiento adecuado.
Por fin despegamos, y todo ha salido de maravilla, mijita ha estado disfrutando de su asiento en ventanilla, para ver por primera vez el mundo desde arriba y no desde abajo como lo ha visto desde que empezó a caminar. Después una siesta, y justo a la mitad del vuelo:
La nena empieza a desesperarse, no la contenta ni el agua, ni las roscas de avena que tanto le gustan, ni nada, quiere bajarse de la silla y caminar, infelizmente estamos en medio de una turbulencia, así que eso de caminar no va a ser posible.
Su llanto no es tenue, de hecho creo que lo que está haciendo cuando lo hacen otros niños se llama “berrear”, es cuando empieza a morderme la culpa y mortificada recuerdo todas las veces que desee ir en un avión donde no se aceptaran niños.
Pienso que en este avión, no faltará algún cretino que como yo en el pasado, ahora mismo esté deseando que pasen una regulación en la que se asignen vuelos “libres de niños”.
También, pienso que cambiaría todo el equipaje de mano, por un disfraz de payaso, que sería lo único que se me ocurre podría distraer a mijita de semejante berrinche, y que ojala cambiaran su rutina las aerolíneas y agregaran la siguiente instrucción en su guión:
“Favor de abrocharse los cinturones y ……ponerse los audífonos”.
No me queda otra que hacerle los 5 numeritos de emergencia (todos con la velocidad que solo se logra sintiendo la presión de la vergüenza pública):
- Pikabu. No resulta, ya se dio cuenta que no voy a ir a ningún lado, que estamos cautivas en una caja de aluminio sellada por todos lados.
- Dame 5. Tampoco resulta el choque amistoso de manita con manota.
- Popurrí de la abuelita rosa: arroz con leche me quiero casar, esta niña linda que nació de día, pon pon pon ( ya estoy cantando, debo estar realmente desesperada).
- El mono ahogado (inflar los cachetes y aguantar la respiración hasta ponerte morada), por la descripción, deben darse cuenta que ya estoy al borde del suicidio.
- La voz del hombre al que le pico una abeja en la lengua. No se porque le hace tanta gracia esto desde que vio la película de Adam Sandler: Bedtime Stories. Este numerito ha sido mi salvación esta vez, mijita esta sonriendo.
Por la narración de los eventos, podría inferirse que estoy viajando sola o que mi marido se mantiene inerte ante cualquier situación, todo lo contrario, desde que somos padres, nuestra vida se ha convertido en una constante carrera de relevos.
Hemos aterrizado, y no ha estado tan mal como esperaba. Mijita se encuentra placidamente dormida. Tratamos de recoger todas nuestras cosas con la mayor discreción posible, sin molestar o estorbar. De pronto dos chicas que todo este tiempo han viajado detrás de nosotros, me miran sonrientes. Les devuelvo la sonrisa de manera automática, entonces una de ellas se acerca y me dice en voz baja: que bien se ha portado tu niña. Le doy las gracias sin saber muy bien por qué. Y agrega: Porque el chiquillo de atrás no ha parado de gritar en todo el vuelo.
Me doy cuenta que nunca escuche al “chiquillo de atrás” y desde luego jamas debi darle las gracias a esa chica.
Gracias por leerme No olviden dejar su comentario aqui mismo.
Read Full Post »