Encontrarme con gente retrógrada, siempre implica una significativa producción de ácidos gástricos que afectan directamente mi grado de tolerancia. Encontrarme con gente retrógrada en mi familia, es el acabo-se. Nada más desagradable y a la vez desalentador que saberme tenedora de los mismos genes que alguien a quién nomás el sentido común no se le da.
Hace unos meses, a empujones y estirones, acompañe a mi madre a una reunión familiar. Una de esas reuniones donde uno se encuentra sorpresivamente emparentado con los más raros representantes de la especie humana, participando en rituales ancestrales y hartamente criticados cuando uno está lejos: Los hombres, cerveza en mano, postrados alrededor de una Cazo de Carnitas, mientras el experto cocinero originario de Tepatitlán Jalisco, y cuya ascendencia puede seguirse hasta los primeros habitantes del pueblo alteño, relata anécdotas de su juventud, defiende el cuadro que él propone para la selección mexicana, y se queja del último gol que le metieron a las chivas, todo al mismo tiempo, sin perder de vista su preciado Cazo.
Las mujeres, generalmente las mayores quienes ya son abuelas, conversan en la cocina, mientras preparan los elementos básicos que complementan a unas buenas carnitas: arroz rojo, salsa de chile de árbol, salsa picada, guacamole, cebollita y cilantro picados, y las tortillas.
Estas reuniones familiares incluyen al menos 60 personas de 4 generaciones distintas, pues mi abuelo ya es tatara-abuelo. Sí, leyeron bien, la bisnieta de mi abuelo ya es mamá, y entonces en nuestro árbol genealogico, tenemos una tatara-nietita (in-creí-ble!!!)
Gravito entre el territorio cavernario del Ritual del Cazo, hasta sufrir sobredosis de lenguaje futbolero, después voy un rato hacía la zona de las «esposas jovenes», y es aquí donde toda la candidez de las tradiciones familiares toma un sentido realmente «retrógrado», y le pega un golpe bajo a mi bien establecido feminismo.
Las «esposas jóvenes» discuten distintos ejemplos del nivel de desorden que pueden alcanzar sus casas, a causa de la falta de «ayuda» por parte de sus contrapartes masculinas, y lo peor, de sus propios hijos varones. Y aunque en momentos uno puede diferenciar a la Martha Steward siempre esmerada por que su casa luzca como foto de revista de decoración, de la más relajada, que se toma con calma esto del desorden, siempre el común denominador, es que todas, digo todas, ven la colaboración del varón en las labores de la casa, como una AYUDA, y no como parte del contrato implícito de formar parte de una familia en donde todos colaboran por lo menos en no hacer desorden para que otro recoja, es decir: Si no ayuda no joda.
Pero esto no es todo, la cereza de la conversación fue el comentario de la esposa de un primo (PS: agradezco profundamente a la madre naturaleza por no haberme puesto en la misma bolsa genética de esta sujeta): la mujer trabaja de 9 a.m. a 5:00 p.m., y encima llega de trabajar y cocina para el esposo y sus dos hijos, ambos ya adolescentes. No importa si tuvo un día pesado o ligero, si le duele la cabeza o le está cayendo encima un resfriado. Siempre cocina, y cuando le preguntó porqué lo hace, su respuesta inmediata (y en cierta medida a la defensiva), es: A mi me gusta cocinarles.
De acuerdo, lo hace porque quiere, y entonces viene la parte del desorden y agrega: «lo que sí me cansa es andar recogiéndoles sus cosas todo el día, me habría gustado tener por lo menos una mujercita».
–Porqué?.– Pregunto previendo una respuesta que me va a poner de mala leche, pero de todas maneras quiero escucharlo de sus propios labios.
–Pues así me ayudaría a recoger…
–Quueéee? Me estás diciendo que te gustaría haber tenido una mujercita, para que te ayude a recogerle el desmadre a «sus hermanos», mientras los hermanos se rascan el ombligo?
Y aquí viene la justificación connotada erróneamente como «ley natural», y me dice:
–Es que las niñas ya traen eso de ser más ordenadas desde que nacen.
Bueno, eso ya para mi fue la hecatombe. No me pude contener y le dije:
–Estás diciendo que por una cuestión de naturaleza humana, las «hijas» en una familia están destinadas a servir a sus hermanos?. Qué más me vas a decir, que si «dios no lo quiera» la violan, es su culpa, porque NO HAY QUE PROVOCAR A LOS HOMBRES?
La retrograda prima política no supo que decir, pero estoy segura que ni ella ni otras cuantas de las ahí presentes, entendieron el origen de mi enojo, ni el significado de mis palabras.
Esta es mentalidad de una persona que tiene prácticamente toda su vida viviendo en Estados Unidos, en una ciudad con oportunidades, y no en una comunidad aislada del mundo. Y yo no dejo de preguntarme si en verdad la única ley natural es que la ignorancia es el origen de todos los males, junto con la estupidez.
Por lo pronto les dejo este vídeo producido por la Junta de Andalucía, y como ya dije antes en Twitter y Facebook, desde hoy es la canción de cuna en la casa de los Britto. Mil Gracias por leerme.
Marga un amigo puso en twitter: Macho se escribe con m de Mamá. Toda la razòn. Tenemos un largo camino que recorrer para cambiar esa mentalidad. Me encanta como escribes las cosas!
Sí, en verdad es lo que más fastidia, ver el machismo engranado en las mujeres, ese asunto es el peor enemigo de la equidad. Hay que combatirlo.
Como comentaba con una amiga, ahora es nuestra responsabilidad, mamás y papás de enseñar a nuestr@s hij@s a lavar su ropa, a recoger sus trastes, a barrer, a trapear, por que van varias generaciones que estamos estancados a la mitad, las mujeres ahora como proveedoras de el hogar y aparte querer ser ama de casa modelo y el hombre no sabe como ayudar en la casa por lo tanto, si la pareja tiene suerte le toca enseñarle como contribuir en las actividades del hogar, si no tiene un niño mas que educar. No es generalizacion, solo me refiero a casos como el de la prima: estas madres que quieren seguir «sirviendo» y enseñar a sus hijas a «servir» nos mantienen estancados. Yo tengo dos niñas y un niño en casa y todos tienen sus deberes si no yo ya estuviera en un hospital o mi esposo seria papá soltero =D
Si, en verdad que me sorprende que aun en nuestros días no tengan empacho algunos hombres, de sentarse a rascarse el ombligo, y esperar que les sirvan (lo que sea, la cerveza, el cafe, etc.) O que esperen que las mujeres sepamos donde está todo en la casa, porque ni de eso se toman la molestia, por lo menos de tomar nota donde se guardan los calcetines. Asco!!!
Gracias por leerme Nat! Te mando un abrazo y otro para cada una y uno de tus adorables retoñitas y peoresnada.
Marga, un dia mi abuela me dijo que si ella hubiera sabido desde chiquita que su papá, sus hermanos, y mi abuelo nunca le iban a dar la gracias por haber lavado, planchado, cocinado y limpiado, no se hubiera esmerado en hacerlo. Cuando te cases pide tambien que te ayuden..tome su consejo…al poco tiempo de casada llego y veo un desastre en mi casa…pense se metieron a robar..cajones abiertos, servilletas en el suelo, un cajon en la mesa…pero veo que no falta nada y pense que onda con mi esposo….tenía una camara digital y tome una foto del cochinero, me subi prendi la tele y lo espere. Cuando llega le dije….esto es de 2, yo tambien trabajo, y aporto $$ a la casa, y me da coraje ver el cochinero, asi que te acompaño mientras tu recojes yo hago la cena, que te parece? Pues santo remedio…a lo que voy es que hay que hablarlo, y muchas veces las mujeres DAMOS por hecho que asi son las cosas. Me encanta leerte y por cierto se me antojaron unas carnitas, jeje
Tengo que decirte que me parece una genialidad lo como resolviste la situación de «división del trabajo» en tu casa. Te felicito!
Y bueno el comentario que te hace tu abuela, es desgarrador y representa el sentir callado de muchas mujeres de esa generación y hasta más actuales.
Gracias por leerme, y por apoyarme siempre en esta terquedad que es el escribir.
Un abrazo
Sigue habiendo toda una lucha por delante. El cambio es lento pero existe. Saludos Marga.
Mil gracias Leo! Me alegró mucho ver tu huella por aquí.
Ay, Marga. Comparto tu enojo. Justo esta semana volví a leerme «El tráfico de mujeres» de Rubin y uno de los textos básicos de la Judith Butler sobre el género, porque ando en un periodo de altísima necesidad de re-prensar y regresar al corazón del problema de género.
Me da harta tristeza sentir que hemos dado un montón de pasos pa’trás como sociedades, pero me alegra bastante encontrarme con mujeres y hombres tirando pa’lante. No hay de otra, esto es picar piedra sobre piedra picada, sudada y sangrada.
Ya te contaré de la célula anarco-feminista en mi familia, yo soy del ala de las solteras quedadas y cabareteras. El 3 de julio vamos a hacer gran chou en el bodorrio de la prima que se desprendió del abrazo de cebollitas (y es que el sujeto casante, el novio, tiró muy duró pa’ su lado).
Bueno, la cosa está en que estamos armando un chou pa’ la boda, con permiso de lxs novixs y todo, pero en el fondo, muy en el fondo, me da una cierta tristeza, no puedo evitarlo.
Me la paso diciéndole a la que se casa: «no te vayas a poner a lavar calzones ajenos, y menos tú, que ni los tuyos lavas».
Y es que ese es el otro pex: que hay mujeres que nomás se casan y creen que parte del paquete incluye hacerla de sirvientas del marido. Una cosa es hacerse responsables cadiquien del hogar, con el desorden que ello implique, y otra muy otra es creer que para ser una mujer integral además de trabajar hay que ser amas de casa modelo. Ufff!
cuando vienen de sus casas, de con mami y papi, donde hasta las camas les tendían.
Chiaaaaales…
Bueno, esta prima tiene madera de rebelde, así que le pongo veladoras mi rosario de feministas pa’ que esta mujer saque el cobre de libertaria, esa pequeña semillita que quién sabe cómo ni cuándo también se esparció en algunos de los recovecos de mi familia.
Besos y abrazos,
Lich
Lich:
Mil gracias por compartir tu historia en este pedacito perdido en el ciberespacio. Muero de ganas de que me cuentes el desenlace del chou. En algun tiempo tambien pertenecí a ese renglón del inventario familiar donde se acomoda a las incasables, entiendo el sentir y la percepcion desde esos ojos.
Abrazos!
Yo por eso de niña y hasta que conocí a mi esposo, que cocina, limpia y duerme a la nena mejor que yo, decía que no me iba a casar. No iba a ser sirvienta de nadie si a duras penas me gusta cuidar de mi misma. Me encanta como escribes! Con puñetazos, ganchos, ingenio y diversión.
Mil gracias Denise. Afortunadamente hay gente (hombres y mujeres), que si ven más allá de sus narices y espero que la generación de nuestras hijas no tengan que contar historias como estas.
Un abrazo
A mí enormemente que los hombres digan que son las mujeres quienes los hacen y los crían machos. Me enojó especialmente cuando lo escuché de un profesor universitario en la maestría. Hombres y mujeres fuimos educados en esas dos vertientes: la mujer para servir y el hombre para ser servido y las únicas que estamos trabajando para menguar eso somos un puñado de mujeres. El hombre se justificaba en cómo iba a cambiar eso si así había sido educado. Pues igual que todas no? Con las catarsis consecuentes, la reconstrucción de la identidad y demás.
Tristemente, las jóvenes le tienen miedo a la palabra feminismo. Bueno, muchas mayores también. Y por pura ignorancia. Tristemente siguen en la reproducción de roles. Y son las educadas, las que tienen formación universtaria! Y eso me pone muy muy mal, creo como a ti lo de tus genes.
Yo también tengo cosas así en mi gene pool, pero también cuento con dos tías, una materna, otra paterna, ambas feministas, ambas académicas e investigadoras que me devuelven la fe en mis genes.
Un abrazo!
después de mí iba «me molesta», jeje
Los patrones de conducta heredados de la familia son demasiado fuertes en nuestro país e incide mucho en la toma de decisiones individuales.
Una tristeza que es mayoría entre los nuestros.
hijole, duro tema, un golpe bajo para las que hemos sido criadas asi, aun recuerdo cuando mi mama me decia: «voy a salr cuando llegue tu papa le calientas y le sirves la comida» y bueno al final terminaba con la frase «cuando te cases me lo agradeceras» pues si si le agradezco el haberme echo una persona independiente, por que se como calentarme una tortilla y a que no se me queme el agua, pero nunca compre la idea de «la mujer sirve el hombre es servido». Mi marido crecio en un matratiarcado pero extrañamente lo criarion para que el fuera servido, me cuenta que le llevaban la comida a su cama
por lo q al principio fue duro acostumbrarse a la idea de que mi titulo es esposa y no mama y aprender la diferencia entre ambas, y porsupuesto ademas de que tuve que aprender a vivir con las constantes desaprobaciones de mi suegra por «poner» a su hijo a levantar la ropa que dejaba en el piso o por recoger un traste de la mesa, me doy cuenta que puedo vivir con ello y no con un hombre que cree que esposa=sirveme. En fin, solo puedo decir que me encanta mucho como escribes las cosas, me identifico mucho y te puedo decir que me siento acompañada…muchas gracias!