Mijita ha entrado en esa etapa que, despues de la adolescencia suele ser la más temida por los padres: los «terribles dos«. No quiero cantar victoria y pensar que ya pasé por lo peor, y que verdaderamente no me ha ido tan mal como a otros, pero hasta ahora la situación puede calificarse de «manejable».
Los síntomas, muy típicos (o estereotípicos): Berrinches combinados con desplantes físicos que dejarían notablemente humillado al mejor acróbata chino. Cambios de humor violentos: de la tristeza a la alegría en un solo paso (y no estoy sugiriendo el titulo de ningún libro de autoayuda). Lanzamiento al vacío de todo tipo de artefactos incluyendo su plato entero de comida, con inesperada fuerza y velocidad. Bueno, lo normal, lo de todos los niños. Sin embargo, no obstante lo agotador y frustrante que suele ser esta etapa ––porque eso de andar como secretario particular de un nene neurótico que tampoco soporta que te le desaparezcas o apartes por mas de 10 segundos y cuidadito de no mantener la distancia reglamentaria en todo momento no mayor a dos metros de su adorable personita––, estoy sumamente intrigada por la velocidad y lo dramático de los cambios que está sufriendo mi querida infanta.
Para empezar, puedo asegurar que en las últimas dos semanas ha descubierto estos nuevos sentimientos: vergüenza y timidez, que parecerán sinónimos o por lo menos uno efecto del otro, pero en la práctica son dos experiencias muy distintas que también se dan en circunstancias muy impares. Hasta hace dos semanas, la nenita era la típica reina de carnaval que ondeaba su manita para saludar y despedirse de todo mundo, es mas, creo que en su cabecita todo se reducía a una fiesta en su honor las 24 horas del día, estuviésemos donde y con quien estuviésemos. Ahora, cuando un «extraño» y no tan «extraño» se acerca a quererle saludar, la nena hace un gesto que me recuerda mucho a Elmer el personaje de El Conejo de la Suerte (Bugs Bunny) cuando se encontraba con el guiño de alguna dama (quien regularmente era el mismo Bugs, en su faceta trasvesti), a la vez, me sujeta las manos con todas sus fuerzas y con la mirada fija, no deja de repetir la palabra mamá, hasta que ella misma se convence de que se encuentra fuera de la «lupa».
La vergüenza se manifiesta con una leve sonrisa y sonrojamiento, acompañados de un sutil desplazamiento de su cuerpo hacia algún lugar menos expuesto, generalmente incluye abrazarse de las rodillas de su padre o su madre.
El otro elemento que ha captado mi atención en estos últimos días, es que prácticamente de la noche a la mañana ha adquirido la capacidad de repetir a su manera, cada palabra nueva que escucha. La memoria aún no retiene el nuevo vocablo por más de ocho minutos, pero lo inaudito es la aparición de esta nueva capacidad para repetir y pronunciar nuevas palabras, que literalmente no tenía hace un par de días. Dicho sea de paso, que esta nueva capacidad en mi hija, ha representado un nuevo reto personal, como si el ser padre no significara un reto suficiente, !ahora tengo que cuidar mi vocabulario! Difícil situación cuando conduces un coche en ciudades como Los Angeles o el mismo DF.
Hay momentos en que no tenemos «recursos» eficaces para «neutralizar un berrinche, sobre todo cuando este berrinche pone de manifiesto públicamente lo intimidatorio que suele ser esta etapa para algunos padres, también hay momentos en los que resulta evidente que parte de la frustación que originan estos «berrinches» es la incapacidad de nosotros, los padres, de entender el código de comunicación utilizado por el nene que atraviesa por los Terribles Dos. El nene sabe lo que quiere, conoce más cosas a su alrededor, igualmente sabe cómo llamarlas, pero sus padres aún no pueden entenderlo, es como estar gritando atrapado dentro de un florero, viéndolo de esa manera, puedo entender la gran frustración que atraviesa esta flota de dosañeros, que se mueven por el mundo, muy a pesar de nuestro gran handicap comunicacional.
No sé cuanto va a durar esta etapa, algunas personas me dicen que dura una eternidad, otros que pasa pronto, pero lo que si sé, es que las lecciones que recibo a diario de este híbrido de «mini me» neurótico, que no se me aparta un solo instante, y al que muchas veces parece imposible poder contentar con nada, son lecciones mucho más profundas de lo que alcanzamos a percibir en la superficie, porque al final del día, los terribles dos simplemente son el nacimiento de una nueva forma en la que tu hijo se comunicará contigo de aquí en adelante. Captas lo fuerte del asunto? Creo que sí.
Muchas gracias por leerme.
Mucha suerte con la etapa de los 2 años!!! Feliz Año
Mil Gracias Ana, Feliz 2010.
Hola Marga:
Yo no tengo hijos y no tengo ninguna experiencia con niños pequeños más que la misma convivencia con primos y, en estas vacaciones, con mi sobrina, quien precisamente tiene dos años. No la he visto mucho durante su corta vida porque mi hermano tiene su casa en Cuernavaca —yo vivo en el D.F.— y desde hace un año, se encuentra en Santa Bárbara estudiando su PHD en Environmental Sciences, mi hermano, por supuesto. Pero bueno, el punto es que, a pesar de no convivir mucho con ella, tenemos una relación agradable de tía-sobrina, donde ella sabe quién soy y donde se deja apapachar de vez en cuando por mí sin pasar mucho tiempo conmigo —debido a ella, creo que he perdido mi probable instinto maternal—. Pero en estos días que pasaron las navidades decembrinas en casa, la actitud de mi sobrina me ha preocupado: sólo a los hombres les permite acercarse a ella y hasta les pide un beso y un abrazo; si eres mujer, entonces te haces acreedora a un gesto grosero de su carita, un «mamá, nooo», o bien, un grito de Chucky (para más información yo citaría la película Avatar donde los nativos realizan un gesto felino acompañado de un «¡haaaa!»). Yo, por ser mujer, soy de la segunda lista. Pero por ser su tía y por conocerme un poco más por el Skype, puedo írmela ganando día a día, sin querer decir que el segundo día sea acumulable, siempre hay que empezar desde cero. Aún así, el que mi sobrinita entre diario a mi cuarto buscándome, tomando mis cosas, acostándose en mi cama y diciendo que todo es de ella: «Es mío, es mío. Es ‘mine’, ‘mine’…» hacen que hoy sonría y quiera extrañarla durante un año entero y desear verla en las próximas vacaciones donde ya veremos de qué se tratan esos «Terribles tres». Gracias por tu ‘post’, hace que entienda un poco más esta etapa que atraviesa mi amada sobrinita. ¡Saludos y feliz año!
Gracias Niaminga:
Y Feliz 2010 para ti tambien. Fijate que a mi lo que me late, es que independientemente de la etapa de los niños, lo importante es qué tan conectados estemos con ellos, parece que tu has hecho muy buen trabajo manteniéndote cerca de tu sobrina a pesar de las distancias, por eso te busca y tambien porque para ellos la «curiosidad» es instintiva, asi que si quieres conocer a alguien realmente «interesante» ,observa a un niño.
Un abrazo y mil gracias por leerme y por tu comentario.
Marga
Si, porque finalmente estos chicos de dos -y la tuya es bien precoz por lo que cuentas- representan lo mejor de nosotros como seres humanos. El aprendizaje de los primeros meses es vasto y en un espectro enorme de frentes. ¿Es lo que les da la alegría? ¿En qué momento dejamos, al crecer, de ser los animalitos despreocupados, alegres, fáciles de contentar? ¿O de tener ese cuerpo liviano, liviano como el aire, que usábamos para saltar distancias enormes y que ahora no nos responde más? Buscando esa respuesta, traté de aprender de mis hijos -los cuatro- pero no creo haber tenido éxito. Hasta se pierde la genialidad. Y luego se adquiere la necesidad de observar, juzgar al otro. Que es espantoso, ¿no?, represivo, aunque sea una hija.
Lo que no quisiera perder jamas, sobre todo con mi hija, es el privilegio de maravillarme. No se en que momento perdemos todo lo que comentas, pero quiero pensar que siempre hay tiempo para ejercer el derecho de «recuperar». Te mando un abrazo, linda sorpresa me ha dado ti comentario.
Marga
Creo que es una etapa dificil para ellos y lo fue tal vez para nosotros sòlo que no recordamos, ahora que he visto pasar esa etapa en mi hijo y leyendo algunas investigaciones sobre estas etapas de desarrollo, me quedo con la que dice que es la etapa en donde el niño comienza ha experimentar todas las posibilidades que tiene de sentir angustia, dolor, amor etc.. pero lo màs interesante es que empieza a formarse su personalidad, poco a poco y hasta los 7 màs o menos se unen por un lado la carga genètica y por otro lo aprendido en su entorno. Hay niños que comienzan esta etapa pasiva y despuès posteriormente tienen estas descargas como torbellinos que nos ponen en situaciòn de angustia o de curiosidad. Pero afortunadamente pasan y luego llegan otras jajaja lo màs interesante es observar como lo haces tu….
bsos.
Lys
Exactamente! Lo que me tiene mas intrigada es mi respuesta a cada cambio, a veces no me reconozco, ni se de donde sale la paciencia, y otras veces me siento en mi primer dia de clases en una escuela nueva. Un abrazo. Marga