“La Bandera de la Vida , cuando ondea en el aire, conmueve a todas las almas”. Umberto Eco [En qué Creen los que no Creen, 1997].
Como madre es muy difícil imaginarse bajo qué circunstancias uno como mujer podría tomar una decisión tan fuerte como abortar. Tampoco puedo imaginarme mi vida privada del amor incondicional de mi hija.
Pero al darme cuenta que más de la mitad de los Estados que componen mi país, penalizan el aborto y por lo menos uno de ellos lo considera asunto penal, desde el momento mismo de la concepción, me preocupa y también me ocupa, porque como mujer no puedo aceptar, ni siquiera tolerar que existan leyes de aplicación exclusiva a cierto grupo, o peor aún que estas leyes finalmente sean una cuestión de género.
Se supone que en una democracia, las leyes son de “Aplicación General”, y una ley anti-aborto per-se afecta directamente a las mujeres, en virtud de que somos precisamente “nosotras” las felizmente beneficiadas con un útero. Y esta diferencia biológica, se ha aprovechado para hacernos vulnerables y muchas veces víctimas del bastión favorito de la misoginia: el Derecho a la Vida.
Cuando pienso en este tipo de leyes que utilizan “Valores Supremos” como banderas para ganarse simpatizantes, y por otro lado generar el más amplio aniquilamiento de libertades y derechos de un grupo específico, automáticamente empiezan a surgir en mi cabeza referentes como: Alemania durante la Segunda Guerra Mundial contra los Judíos, El Apartheid contra los Sudafricanos NO Blancos, hoy día en algunos países sobre todo musulmanes, donde entre otros derechos negados a la mujeres se encuentra el derecho de elección [¿suena familiar?].
En una belleza de ejercicio de intercambio epistolar realizado de marzo de 1995 a enero de 1996, entre dos de las mentes más brillantes que ha conocido nuestro planeta en los últimos tiempos: Umberto Eco y el entonces Cardenal de Milán, Carlo María Martini (Jesuita por cierto), se establece un debate sobre distintos temas “críticos” tradicionalmente antagónicos entre el mundo laico y el mundo religioso, uno de ellos, el Aborto.
Umberto Eco abre el debate con una muy apropiada aclaración:
“…..a mi no se me ha sucedido jamás aconsejarle el aborto o aceptar su voluntad de abortar a una mujer que se declara embarazada a causa de mi colaboración. Si me hubiera sucedido alguna vez, habría hecho todo por persuadirla para dar vida a esa criatura, sin importar el precio que JUNTOS hubiéramos tenido que pagar. Y es así que considero que el nacimiento de un niño es una cosa maravillosa, un milagro natural que se debe aceptar. Y sin embargo, NO me sentiría capaz de imponer mi posición ética (esta disposición pasional mía, esta persuasión intelectual mía a cualquiera).
Y más adelante agrega un fragmento que personalmente considero podría establecer un balance en cualquier debate, por aguerrido que este fuera:
“Me parece que existen momentos terribles, de los que todos nosotros sabemos poquísimo (por lo que me abstengo de hacer ninguna tipología o casuística), en los que una mujer tiene derecho a tomar una decisión autónoma que concierne a su cuerpo, sus sentimientos y su futuro.
El Estado penaliza el acto de “Interrumpir una vida” pero ¿qué hace el Estado para garantizar que la madre reciba el debido apoyo cuando por cualquier razón, no se encuentra en posibilidades ya sea físicas, económicas, psicológicas o incluso emocionales de educar a este futuro ser humano? ¿Como se asegura el estado de que este nuevo ser, tenga el mismo amor y oportunidades que otros nacidos en circunstancias “ideales”? ¿De qué manera va a garantizar el Estado que esa mujer a quien le “prohíbe” realizar un acto que ella misma considera para su propio beneficio, reciba la debida atención medica para su cuidado prenatal, y posteriormente durante el parto y postparto?
Por otro lado, el Estado penaliza el aborto con una mano, y con la otra (la que esconde), permite que las empresas exijan pruebas de embarazo y con esa misma prueba, de resultar positiva, se le cierran las puertas de ese empleo que pudiese permitirles subsistir a ella y su bebe, negándoseles asimismo la atención medica tan necesaria en estos casos.
¿Porqué no crear o aplicar leyes que castiguen a las empresas que solicitan el examen de embarazo a las mujeres? ¿Porqué no crear o aplicar leyes que obliguen al IMSS prestar atención medica a mujeres embarazadas desempleadas, sin trámites engorrosos, y largas esperas?
Si en verdad es nuestro propósito ser un país con “altos valores morales”, como presumimos cada vez que queremos aprobar una ley que afecta a una “minoría”, no sería más moral cerrar “Taibols”, prostíbulos disfrazados de masajes, casinos disfrazados de juegos de números para que quepan en la legislación actual, aplicar leyes severas a pederastas y/o cómplices de pederastas, en lugar de permitirles seguir gobernando un Estado.
Dice Carlo María Martini, en respuesta a Umberto Eco:…(dentro de)….”esos puntos de los que nacen incomprensiones profundas que se traducen en conflictos en el plano político y social, el tema de la Vida, es ciertamente uno de estos puntos críticos de conflicto, en particular en lo que respecta a la legislación sobre la interrupción del embarazo. Los conflictos son siempre terrenos infieles.
Resulta absurdo penalizar algo sobre la base de un concepto que no es Universal y/o que no es claro para todos ( a veces pienso seriamente que ni para quien redactó la ley). El concepto de Vida, así como la definición de en qué etapa del desarrollo de un embrión se debe aplicar este concepto de vida es un grave problema no únicamente legal o civil, sino sobre todo moral y religioso. La siguiente explicación de Carlo María Martini, denota un pensamiento religioso progresista que antepone lo humano a cualquier otro elemento que pudiera considerarse antes de prohibir o permitir un acto determinado:
“No quisiera recurrir aquí a un llamado genérico sobre el “derecho a la vida” que puede resultar frío e impersonal. Se trata de una responsabilidad concreta hacia quien es el resultado de un amor grande y personal y, por lo tanto, de responsabilidad hacia “alguien”. En cuanto que es llamado y amado, este alguien tiene ya rostro, es objeto de cuidado y afecto, Toda la violación de esta exigencia de afecto y de cuidado , no puede ser vivida más que como conflicto, en un sufrimiento profundo y en una laceración dolorosa. Lo que decimos es que es necesario hacer todo para que este conflicto no ocurra, para que esta laceración no se produzca. Son heridas que cicatrizan difícilmente, quizá nunca. Quien lleva las huellas es sobre todo la mujer, la primera a quien se le confió, con confianza, lo más débil y lo más noble que existe en este mundo”.
Y mas adelante, el Cardenal agrega esta importante noción:
“Si aquí se encuentra el problema ético y humano, el consecuente problema civil será: ¿cómo ayudar a las personas y a las sociedad entera a evitar lo mas posible estas laceraciones? ¿cómo apoyar a quien se encuentra en un aparente o real conflicto de deberes, para que no sea aplastado?”
Nota del Autor: Es una verdadera pena que nuestros políticos no lean, porque en verdad dar lectura a un debate con este nivel de intelecto y cordialidad, me pone al punto de las lágrimas cuando comparo con lo que veo en el Canal del Congreso.
Yo quiero preguntarles a estos legisladores que propusieron y después aprobaron las leyes antiaborto vigentes en nuestro país ¿De qué sirve defender la “vida” de un embrión, cuando no pueden defender a un país de la pobreza y el rezago social? ¿A poco se creen eso de que “el niño trae la torta bajo el brazo”? Si, nomás hay que darse una vueltecita por las calles de sus distritos electorales, ya que hayan dado de cenar y acostado a sus hijos, a buena hora para que al día siguiente vayan a la escuela. A esa misma hora en la que “sus” hijos duermen, otros cientos de miles de niños en este país, están en la calle, luchando por la “torta prometida” a lado de sus madres, y por cierto muy pocas veces se le ve al padre.
Señores, pregunto: ¿Dónde esta la igualdad de derechos y obligaciones? ¿En qué momento perdimos nuestra humanidad?
Insisto que personalmente no veo una circunstancia en mi que hubiera podido obligarme a tomar la decisión de interrumpir un embarazo, por mi educación, mi cultura y mis medios; pero puedo ver la necesidad, muchas veces imperiosa en otras personas, en otras mujeres, de contar con una salida, con una oportunidad, con una sola puerta que pudieran cerrar y dejar atrás un error, un pasado de abusos, o cualquier circunstancia que les impida encontrar la libertad de vivir mejor.
Los invito Señoras y Señores legisladores, a empezar a ver “al otro” que vive en condiciones muy distintas a las suyas, y a quien sus acciones como representantes de nuestro voto, repercuten de maneras insospechadas y a veces hasta canallas.
Cierro citando textualmente a la Dra. Esther Cohen, quien realizó la maravillosa traducción de estas cartas intercambiadas entre Umberto Eco y Carlo Maria Martini, y autora del texto erudito que compone el prólogo de dicha obra(*):
“Es el malestar de este siglo (XX) que no ha sabido aceptar al otro como la diferencia de cultura, de credo, de opción de vida, el que habla a través de sus filósofos, sus escritores y sus científicos; es este malestar el que nos conduce nuevamente a poner en el centro de la reflexión crítica la responsable necesidad de ser responsable”.
(*) ¿En que creen los que no creen?, Umberto Eco y Carlo Maria Martini. Editorial Taurus, 1997.
Definir qué es y dónde comienza la vida, es una pregunta que nos llevaría nuestra vida entera. Hacerme estas preguntas , créame, es un duro peso moral, intelectual y emotivo , también para mi. (U. Eco a Carlo María Martini en: “En qué creen los que no creen”)
Dos lecturas no son suficientes.
Necesito dos más, tal vez.
Un tema complicado y delicado.
Quisiera ser mujer para sentirlo más, pero comparto tu opinión en cada parrafo.
Un abrazo.
Estimadisimo Rick:
No creo que tu empatia requiera mayor profundidad, se de antemano que estos temas te tocan, por ser una persona con gran humanidad, que en verdad sabe «ver al otro». Gracias por tu leerme, por tu apoyo y por tus comentarios.
Un texto realmente interesante. Me agrada tu punto de vista, además de mujer, como mamá. Coincido perfectamente contu opinión, yo nos madre y creo en la libertad personal y me preocupa gravemente los embarazos no deseados, todos los días veo niños que sufren y las casas hogar están llenas. También me preocupa la poca reaponsabilidad de muchas mujeres, que no se hacen cargo de su cuerpo protegiéndolo. Pero encima de ello, no tolero leyes de castiguen y denigren a mujeres en lo que estoy segura, es el peor momento amargo que pueden pasar. Saludos Marga!
LIz:
Mil gracias por expresar tu opinion, este es un tema que requiere tomos y tomos para incluir todos los flancos, es un crisol con varios perfiles, y varios problemas donde este (el aborto), viene a ser solo una coyuntura. Estoy de acuerdo en que la responsabilidad personal es muy pero muy importante, pero la intencion de mi texto es abrir los ojos a esa parte de la poblacion donde la responsabilidad personal queda nulificada por cuestiones externas («mi religion no me permite el uso de anticonceptivos», «es mi obligacion como esposa tener sexo», no tengo dinero, sin contar el abuso del que son objeto a diario miles de mujeres cuyo ejemplo mas extremo son esos feminicidios que no podemos resolver), en suma: no podemos permitir que «otros» decidan que vamos a hacer con nuestro cuerpo, con nuestra persona, con nuestro futuro. Saludos
El tema debería ser discutido por mujeres exclusivamente ya que los hombres no estamos en posición de tomar esa determinación o ninguna otra con respecto a las mujeres y sus cuerpos. Los legisladores (hombres) se deberían declarar incompetentes en la materia y permitir que las legisladoras (mujeres) discutan y validen sus opiniones por ser las afectadas o beneficiadas directamente con el dictamen de una ley.
Interesante Idea, mi comandante.
El problema estriba en que tambien hubo voto a favor de mujeres legisladoras, a la hora de aprobar estas leyes…
Escena ocurrida en el hipotetiquísimo caso de que el embarazo fuese algo con lo que cargáramos los hombres…
– Yo! Where’ve you been all day long?
– Oh! I come from an abortion clinic… Nineteen in a row, baby!!!!
– ‘Attaboy! This calls for a celebration!
– Why not! Let’s go have some beers!
Este comentario esta bueno para Twitter, lastima que tenga mas de 140 caracteres. Saludos Capo, gracias por el patrocinio.
Debes de traducirlo, mujer; muy interesante.